Mucha gente se extraña cuando, a la típica pregunta de, ¿y tú a qué te dedicas?, contesto con un simple: “soy contable”.
Nuestra profesión tiene, en muchos países como Estados Unidos, Reino Unido, Brasil o Argentina, una carrera universitaria específica de 5 años para contables, un colegio profesional exclusivo para contables (CPA, en mundo anglosajón, CRC, en Brasil, CPCE en Argentina) y un nicho de mercado exclusivo para contadores (término latinoamericano para contable).
Sin embargo, tanto en España como en el resto del mundo, la opinión de los no contables sobre nosotros es la del típico burócrata, que se pasa el día en la oficina, rodeado de papeles, pidiendo a todos los demás empleados de la empresa los justificantes de gastos. En las películas somos aburridos, feos, bajitos y siempre llevamos gafas.
La razón por la cual he decidido ser contable y mantenerme en esta profesión en los últimos veintidós años es porque yo creo en la importancia de nuestro trabajo, que es dotar a las empresas de un sistema de información financiera y económica que posibilita la toma de decisiones a futuro, que provee una información exacta, oportuna y necesaria.
Es la columna vertebral que permite el conocimiento de nuestros propios negocios, su evolución y la posibilidad de visualizar hacia dónde va nuestra empresa. Permite asimismo, compararse con el mundo exterior, ya sea a nivel local y (gracias a la uniformización internacional de normas y procedimientos contables) a nivel global.
Hoy el mundo es más pequeño, las distancias se han acortado, los tiempos de espera son menores, y cada vez tenemos más información disponible.
Dotar la información financiera de contenido, asegurar su exactitud y presentarla en el tiempo oportuno, es el objetivo de nuestra profesión.
A pesar de la mala praxis inherente a todas las profesiones, sigo pensando en nuestra utilidad como profesionales y este es el motivo por el cual elegí ser contable.
Publicado el 10-2011 por PBS